Presidió la eucaristía el sacerdote eudista Jorge Moya, quien expresó que Chile era su segunda patria, ya que había estado 11 años en La Serena y ahora llevaba dos meses en nuestro país.
En la homilía destacó el valor del folklore como don del creador y la danza como expresión del cuerpo para dar gracias a Dios. El sacerdote recordó como David danzaba para alabar a Dios. Invitó a mantener viva las raíces y tradiciones culturales chilenas y que él se sentía feliz acompañándolos en esta celebración.
En el ofertorio se ofreció un hermoso pie de cueca, alimentos para los necesitados, vino y pan y la bandera chilena en homenaje a sus 200 años.
La Eucaristía fue vivida con alegría en el Señor.
Por: Hna. María Angélica Guzmán.